António Ramalho, Cem Raios T’abram, Luis Seoane + Federico García Lorca, Jorge Barbi, Daniel Moreira + Rita Castro Neves, Lara + Noa Castro Lema, Laure Mojo, Laxeiro, Mariana Barrote, Mariana Caló + Francisco Queimadela, Maruja Mallo, Carla Andrade, NEG (Nova Escultura Galega), Salvador Cidrás, Vicente Blanco.
Comisariado por Juan Luis Toboso en diálogo con Filipa Ramos
Ninguén está perdida nesa hora cando o vento sopla
e hai unha lúa vertical, noviña, que envolve de misterio os perfís.
Xohana Torres, Estacións ao mar (1980)
¿Cuáles son los patrones climáticos, mitos e historias, ritmos, colores y formas, habitantes humanos y no humanos que podrán constituir un posible imaginario del noroeste ibérico en su realidad y ficción?
Esta pregunta surge bajo la forma de un encuentro entre un grupo de artistas que trabajan en torno al territorio denominado noroeste ibérico en todas sus complejas formas de definición. Una experiencia que nació del interés por crear una investigación especulativa sobre el lenguaje del territorio, su sensorialidad, el animismo del paisaje, las múltiples mitologías individuales y colectivas y la voluntad de establecer un dialogo con diversas visiones presentes de un paisaje anclado en el pasado que nos proyecta hacia un futuro ancestral.
Queriendo conocer rituales, formas expresivas de personas, animales, plantas y elementos minerales, fuimos en busca de las raíces, terminaciones y tentáculos de una determinada noción de territorio, intentando encontrar, conocer y permanecer en los lugares donde se intuyera esta posible construcción. Al hacerlo, consideramos el pasado, pero sobre todo enfrentamos el presente-futuro de estos espacios concretos e imaginados entre mares, bosques y asentamientos urbanos.
Muchas de estas ideas comenzaron aquí mismo: en las bizarras formas escultóricas, objetos, materias y documentos con las que la Cabria para Normal, de Diego Vites, habitó este espacio y no incitó a pensar en la construcción de una identidad imaginada desde diferentes prismas y cosmologías. De aquí, creció un delirio de abstracción y fantasía que contaminó nuestras reflexiones para pensar en conjunto un proyecto expositivo donde el uso de la ficción nos pudiera ofrecer múltiples entradas hacia un espacio imaginado lleno de preguntas, y de afirmaciones, pero también de trampas creadas para estimular nuestro conocimiento.
Maruja Mallo emerge con un manto de algas, para iniciar esta narrativa embaucadora, que el colectivo NEG (nova escultura Galega) alimenta desde una etnografía asociada a la escultura popular galaico-portuguesa y que continua con las formas creadas por Mariana Barrote asociadas a los elementos naturales del paisaje de la Sierra D´Arga, en la región del alto Miño, donde todavía podemos tener la suerte de avistar manadas de salvajes caballos Garranos. Ampliada por los colores graníticos del la Serra da Groba, Carla Andrade nos sitúa en ese juego de fuerzas ancestrales en la costa más meridional y rectilínea de Galicia, de donde eventualmente podrán crecer formas y visiones espectrales, alimentadas por los miedos del pasado, como las que sugieren el conjunto de monotipias de Francisco Queimadela y Mariana Caló, o las fotografías de excrementos de gaviota captadas por Jorge Barbi, y donde encontramos sugerentes formas antropomorfas.
Siguiendo intuiciones sobre la percepción del paisaje, que se proyecta mas allá de su forma y materialidad y bajo la influencia de diferentes fuentes de energía que se escapan entre los dedos de nuestras manos como algo incapturable, las sensaciones producidas por los fenómenos naturales nos llega asociada a rituales ancestrales en forma de máscaras y hogueras, donde demonios y seres mitológicos son convocados para la celebración de esta estrecha relación entre humanos y más que humanos. En la obra de Laxeiro, directamente ligada al fantástico y sombrío periodo del entroido, un grupo de personajes andan perdidos por un paisaje montañoso que acompaña, en sus formas, la idea de una ensoñación y/o de alucinaciones propias de los rituales paganos. O las visiones imaginarias que surgen de la trasformación alquímica de los alimentos proporcionados por los cultivos del territorio en el cortometraje del colectivo Cem Raios T’abram, filmado en los contornos de Pitões de Junias, una de las aldeas ubicadas dentro del Parque Nacional da Peneda-Gerês y uno de los ambientes más mágicos del norte de Portugal en la frontera con Galicia. En este espacio-tiempo de delirio y euforia, de oscuridad y luminiscencias podrían habitar personajes fabulosos como el diablo de dos cobras, de Antonio Ramalho y los rostros de seres salvajes, casi arbustos, casi huesos, casi almas… de Daniel Moreira y Rita Castro Neves.
Y en la construcción de estas relaciones simbióticas entre especies y elementos naturales vibrantes de energías transformadoras, podemos alucinar con los encuentros improbables entre hombres, bichos y plantas que acontecen en los dibujos de Vicente Blanco, que transmiten una sensualidad hacia lo desconocido como las piezas cerámicas de Salvador Cidrás donde la experimentación de materiales y tecnologías textiles nos hacen mil preguntas sobre las posibilidades de un desarrollo sostenible entre la conflictiva afirmación de las fronteras entre lo rural y lo urbano. Laure Mojo hace un intento de documentar la memoria, utilizando el papel como espacio de negociación. Sus dibujos habitan la inexactitud y desproporción, llegando a un estado de efecto degenerado o aspecto inconcluso (al igual que el recuerdo es incompleto) no medido y sin un sentido del espacio.
Lara y Noa Castro Lema y un cardumen de jureles cantan para celebrar la vida, pero también la muerte, el amor la lucha y la memoria y Federico García Lorca cantó a la muerte de un adolescente ahogado en rio Sil en sus Poemas Gallegos de 1935, que posteriormente, en el exilio argentino, Luis Seoane ilustraría, rescatando el cuerpo de este adolescente antes de llegar al mar, en los brazos de un grupo de “loiros rapazes “guiados por una sirena.
Filipa me llevó, agarrado del dedo meñique de la mano, para perdernos sin cualquier tipo de miedo, ni voluntad de dominar el paisaje, en la mas recóndita floresta del conocimiento. Sin entender que la niebla, los lobos de la montaña y la lenta manifestación del radón emanado por el granito, tal como una variedad alucinógena de líquenes de varias formas y colores, nos podrían reunir con todas estas formas y posibilidades de compartir y celebrar referencias, historias, palabras y conexiones con este lugar que conserva un largo pasado y un futuro todavía más extenso.